domingo, 9 de junio de 2013

Capitulo 3

Jeriatrico.
Desde la casa la abuela viajo con tres pastillas encima,  en un viaje vaya uno (racional) a saber por donde. Una única hija. Suicidio. Nietos. Manuela y sus hermanos. Uno de sus hermanos vivía con su mujer y su hijo, en un departamento frente al Botánico. El otro vivía.
Manuela la bajo la ayudo firmo los papeles volvió a la casa. Llave en mano, llave en puerta, dos giros y adentro. La puerta principal se abría como se abrió siempre, eternas mentiras dicen las palabras. Esa puerta se abrió como nunca ante su alma, sus ojos miraban la mesa de entrada con el cuadro arriba como los miraba siempre, pero algo estaba cambiando, un sentido de pertenencia, un cambio de costumbres arrancaba en ese momento. Adornos antiguos se asomaban desde las paredes a ver la llegada de su nuevo manipulador.
Al rato llego el con unas valijas. Abrió la puerta y ahí quedo, sin soltar las valijas, inclino a penas su cabeza y observo; tanto mas consciente, tanto menos espontaneo, observo y pensó ese paso que estaba a punto de dar, ese paso incluía a el y a su vida, a sus vidas. Ese paso, esa pequeña acción, esa forma, esa determinación, esa fuerza y precisión en su pisada, ese equilibrio, esa caminata hacia un cuarto iba a darle un indicio de lo que se venia, pero ya no era una decisión el como, era solo el devenir, el caminaría por ese piso de madera vieja con todo el peso de su pasado. El camino hacia el futuro. La entrada a la casa.

No es tu espacio acaso lo que empieza a formarte en tus acciones cotidianas, esas que se vuelven costumbres y tu cuerpo empieza a asimilar para determinar que es lo que te gusta y lo que no te gusta, lo que necesitas y no necesitas. Ese espacio te da tanto como vos le das a el. Vos crees que construis tu casa, pero tu casa te construye a vos. Vos crees que ordenas y diseñas tu casa, tu casa te ordena y te diseña. Cuanto menos cambia tu casa y mas te quedes en ella, tu capacidad de adaptación a otras situaciones se hace mas difícil  Y lejos de casa empezas a necesitar de casa, de tu cama, de tu cocina, de tu sillón.  Y no sabes que tu sillón también esta en la casa del vecino y en esa piedra en Usuahia frente al pacifico. El cambio es el tiempo. Ese devenir constante. La modificación de lo físico y etéreo. Pretender que el cambio no exista y buscar esa permanencia sobre lo conocido, es la contradicción mental que no nos deja estar libremente en cada espacio. Es nuestra mentira para no poder estar como en casa. Es no ver que nuestra casa es el mundo. 

Y piso.. piso. Piso piso. Con su paso piso su piso. Su piso con su paso. Su sapato no lo dejo sentir ese paso con el piso. Se saco el sapato y saliendo de la casa se fue al pasto a sentir sin sapato su paso y el verdadero piso de la casa; el pasto. Ser pasto.. pensaba mientras su paso pisaba el piso del mundo. Solo siendo sin saciar mas que su paso. Ese paso del ser humano, ese contacto, nuestro paso por la tierra. Que paso esfimero es el del los seres humanos respecto al paso del tiempo en la historia del universo.
¡Salí del pasto que esta recién sembrado!

Le grito Manuela desde adentro diciendo así sus primeras palabras en la casa.
Cocinaron entre los dos, descubriendo la cocina en una noche que les daba la bienvenida a la cárcel.


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