domingo, 4 de agosto de 2013

Viernes

Un día sentí que era viernes. Lo sentí.. y era viernes. Toda la gente caminaba por las calles como se camina los viernes y los colectivos rodaban por el asfalto solo como un viernes se puede rodar. El asfalto brillaba y el sol iluminaba, tan típico, tan obvio para un viernes. Respirábamos viernes y no había lugar a duda en los pulmones de los Ciudadanos. Ese árbol, cuanto viernes tenían sus hojas. Esa señora a punto de cruzar la calle, llevaba el viernes en su andar, en esa sangre viernal, en sus piernas, esos brazos que se balanceaban y la grasa que flotaba, su mirada en los ojos lo decían todo. Viernes. La señora llegaba a la otra vereda, y en ese cordón poco umbilical, ese hombre. Tirado en la calle pedía vivir el viernes, un viernes mas, necesitaba respirar. Y a su lado ese chico, con el sol en su ropa descocida que dejaba florecer sus huesos, esos huesos a flor de viernes, y esos pulmones que dejaban de respirar y ese chico que se moría, solo como un viernes se puede morir.

La rutina creadora de sentimientos, un clasico en la ciudad.
El tiempo no existe.
Es viernes todos los dias. No es viernes nunca mas

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